Foto por: Alicia Nakatsuka
Hace unas semanas SOMNALUBA se presento por primera vez en el festival RicoRock, en Misiones, junto a La Mancha de Rolando y otras bandas más!
Pablo Paez integrante de la banda nos cuenta sus sensaciones luego de haber podido participar en dicho festival:
"RicoRock es una semilla plantada hace tiempo en la tierra colorada y este año volvió a dar su maravilloso fruto, el del esfuerzo de un equipo humano y técnico formidable que apuesta por un espacio de primer nivel para que la cultura misionera, argentina y de la región litoraleña pueda expresar su arte en un momento donde más necesitamos de este tipo de movidas.
Estamos todavía alucinados por la calidad del festival y por la calidez de la gente que estuvo esa noche. Puerto Rico fue y será nuestra casa (de Hernán y mía que vivimos muchos años allí) y en esta oportunidad nos sentimos felices que también le abra sus puertas a nuestros hermanos de ruta Horacio y Nabil.
Agradecemos a Andres Salguero por la invitación y a todo el staff de Riko Producciones: Gabriel Rudacoff, Rafael Rambo, Matías Román Häser, Franco Randon, Raul Fernando Viola, Dami Capiovi, Agustin Viola, Sergio Rambo.
A nuestro equipazo: Alicia Nakatsuka (Fotos) Federico Paez (Merchandising), Juan Manuel Mazzitelli (Sonido), Sylvie Piccolotto, Maria Boccanera, Pablo José Hierro Dori (Prensa) y Juli Calderón (Manager).
Y GRACIAS A USTEDES."
Para escucha y descarga gratuíta, Somnaluba presenta "Arena" con Lula Bertoldi en el Soundcloud de la banda: https://soundcloud.com/somnaluba/04-arena-con-lula-bertoldi
Repercusión sobre la presentación de Somnaluba en RicoRock:
Kevin Morawicki periodista de La Plata que estuvo presente en el Rico Rock escribió el siguiente texto sobre las sensaciones del show de SOMNALUBA:
Pasaron unos años y, por suerte, nos volvemos a mirar de frente mientras la comunión que sentimos es de cuerpo y es de alma, y por eso recordamos por qué toda comunión tiene música.
Nos junta, desde hace tiempo, un territorio que ahora tiene forma de escenario y otras de sillones, calles y balcones. El escenario seduce y nos hace volar, pero lo más importante no es eso sino el hecho de que siempre nos ha unido una forma de amor (uno solo, uno bien grande).
En fin: el escenario también es grande y es rico, en el sentido de la abundancia universal: esa imperiosa necesidad existencial y comunal que los pueblos americanos (como el Aimara) piden al cosmos mientras gambetean la lujuria del capital real o financiero.
Y el puerto en el que ahora estamos es profundo (como ciertas aguas, como ciertas zonas impredecibles del río), pero es profundo sólo si nos animamos a sentir. El puerto es posibilidad y es emancipación porque puede abrir hacia mil partes, hacia cada uno de los puntos cardinales. Pero, sin sentidos y sin música, el puerto puede también ser un simple agujero negro en el que llegan y parten personas sin alma. Precisamente, en los puertos como estos también hay chupasangres cuyo ímpetu moralista es traccionado por fuerzas reaccionarias.
Para contraponer esas fuerzas estamos todos parados allí y aquí, al mismo tiempo; pasamos, nos quedamos y más tarde marchamos juntos, separados y juntos. Como de refilón, seguimos andando, de ese lado o de este lado del escenario, sudor contra sudor (tacto), oídos contra ojos (la distancia nos ayuda también a conocernos). Gente con quienes aprendimos a querernos, cuerpos y almas desconocidos que por suerte dicen conocernos, corazones nuevos y viejos que siempre vuelven a pasar y nosotros que estamos acá, parados con firmeza y también con desesperación porque estamos viendo moverse y saltar y gritar a un hermoso jardín de gente.
Al bajar del escenario nuestras impresiones se confirman y nos dicen que sí, que la cosa ha funcionado, que el despliegue fue genuino como la tierra y la performance sincera como la emoción incontenible (esa que no se puede caretear). Que la batería tiene swing y que por eso su temporalidad construye con el bajo una base rítmica que nos hace bailar hasta sacudir el esqueleto. Que el sonido estridente de la distorsión de cuerdas colorea ese piso rítmico desde el cual se dibuja un mundo eléctrico y estrepitoso como los de ahora, como los de las ciudades con sus carteles de neón. Eléctrico y profundamente eléctrico pero sin perder el golpeteo primigenio, la condición afro, el tic tac de los pasos al caminar sobre la tierra, el un/dos del corazón humano.
En ese torbellino de tiempos y sueños el caos encuentra su contrapunto en los armónicos que produce el teclado y que se juntan con las ondas sensibles que dibujan las voces, acercándose y desapareciendo en el horizonte invisible de las notas agudas que nuestros oídos ya no pueden escuchar.
Hubo riqueza, hubo encuentro, hubo música y hubo un puerto. Un puerto tanto de llegada como de salida: ojalá nos hayamos tenido que ir para tener que volver pronto, o nos estemos yendo hacia muchas direcciones pero siempre hacia el ritmo que nos mantiene juntos en el arte de construir más.
La música seguirá sonando, y su sonido (que es nuestro sonido) son las puertas que conducen a la libertad (puertas a las que, en los tiempos que están pasando, siempre hay que volver a entrar), mientras que los encuentros serán por siempre puertos de amistad.
Rico Rock – Puerto Rico Misiones
Para más informaciones sobre Somnaluba, por favor, contactarnos! Desde ya, muchas gracias por la difusión de este comunicado!
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